El sol llama a mi puerta,
me retira de un sueño que creí eterno.
Despoja mi alma al frio averno,
me abre los ojos y con realidad me despierta.
Bajo mi ventana compuesta de besos fingidos,
cierro los ojos y finjo.
Intentando recuperar un sueño perdido,
intentando apartar de mí este olor a podrido.
Pero el sol golpea mi ventana y la quiebra
e inunda de luz mi oscuridad.
Intenta otra vez que los ojos yo abra,
intenta otra vez que vuelva a la realidad.
Pero mis ojos están cerrados,
quebrados de soñar.
Que el tiempo no ha pasado
y que tú no me has dejado de amar.
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Escuché una vez que para seguir creciendo, a veces hay que agacharse. En aquél momento no entendí el significado de aquellas palabras, estaba demasiado ocupado escuchando música, viendo programas o cualquier otra mierda que absorbía mi atención. Hoy sé que cuando más bajo caes y más dolorosa es la caída, más sabes quién eres y cuál es tu destino. Cuando pierdes lo que tienes es cuando te das cuenta de lo que significaba para ti. Al principio es agobiante ese sentimiento de pérdida, después comprendes que esas cosas significan tanto para ti porque te identificabas con ellas, pero no eres esas cosas. No eres la música que escuchas, ni los programas que te divierten o te motivan. No eres tu corte de pelo. No eres el coche que conduces, ni la ropa que llevas. No eres tu pareja. No eres la cantidad de dinero en tu billetera o en tu banco. Sólo somos la mierda que anda y cambia este mundo… No somos la apariencia que queremos demostrar; pero desnudos todos somos la misma mierda. Esto es algo que todo el mundo debe experimentar, la pérdida de todo y el encuentro de una única cosa: Un destino que cumplir.
13 de Mayo de 2012
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Él aún no entiende por qué su vida acabó de esa manera. ¿Qué derecho tenía aquella otra criatura? Los ojos de su atacante no reflejaban ni hambre ni miedo cuando clavaba aquellas armas en su carne, sólo había crueldad y aire de superioridad. Cuando él, acorralado miraba en todas direcciones sólo veía un aura roja que emanaba de los presentes que miraban y pedían sangre para satisfacer sus almas cargadas de furia. Él no comprendía por qué le hacían el blanco de su ira si no había hecho nada.
Él estaba asustado ya no distinguía las cosas sólo veía el rojo de la ira y el que más resaltaba era el de su oponente e intentaba atacarle y acometerle para defenderse de él y salvar su vida pero cada intento era en vano y sentía como otra arma se hundía en su carne. Él no podía parar su miedo iba incrementando y él sólo quería vivir.
¿Por qué una vida tiene que matar a otra vida sin razón alguna?
Se preguntaba cuando cansado cayó en la tierra ya batida por sus pies. No podía seguir, cada movimiento le causaba un tremendo dolor en cada parte de su cuerpo, le era una tortura. Entendió que en su atacante no había ningún motivo o razón para llevarse su vida y ahora le alababan todos aquellos que sólo querían ver tendido en el suelo al jadeante animal luchando por tan sólo respirar. Pero él ya no tenía miedo a su atacante, sabía que su raza estaba maldita y que la vida les castigaría por todas aquellas brutales muertes sin razón aunque luego las quieran maquillar con el hambre. A la vida no se le puede engañar.
Es extraño. El animal daba sus últimos respiros pero en sus ojos no se reflejaban ni miedo, ni furia ni tristeza por su muerte, sino lastima y compasión por aquél ser que ahora estaba maldito.
Pd: ¡Qué no os engañen con el denominado “arte taurino” sólo es una muerte espantosa a un animal que no se lo merece!
S. Manuel
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Hace tiempo que no ha vuelto a sentir esa sensación. El aliento cada vez más escaso, el sudor que brota de su frente, esa concentración con la que los pies comienzan a separarse del suelo. El sabor de la lucha en plena batalla, sentir que tu sangre es ardiente aceite de motor, seguir con el dolor que causa cada movimiento de cada músculo y con el temblor de los miembros por la impotencia de querer llegar más lejos y verse definido por unos limites que se oponen a sus deseos. Y ve como su competidor se aleja, como si flotase y no existiera ningún tipo de fuerza gravitatoria en su persona; ve plasmada su derrota y entumecido todo el cuerpo.
Ahora piensa que es mucho más difícil perder que ganar, si la victoria era como el respirar para la persona en cuestión. Pobre chico, nadie le dijo lo dura que es la derrota, incluso a él le parecía lejana. Atormentado en su infierno respira el azufre del perdedor mientras mira arriba y distingue el cielo en el que siempre acostumbraba estar, y en él al nuevo desconocido con el cual ha empezado su tragedia. El chico ha perdido en él mismo su confianza, mire donde mire antiguos admiradores suyos ahora son presa de otro ídolo mientras él se ha convertido en una simple piedra en los ángulos muertos de todas sus miradas.
¿Por qué nací vencedor para después perderlo todo?
El chico está confundido. Su agonía se alarga, piensa que no hay razón en que alguien pase de ser un ganador a un perdedor. Siempre pensó que era el único vencedor y eso no iba a cambiar ni ahora ni nunca. Así que empezó a acostumbrarse al dolor y sus manos se adaptaron a las ardientes lavas de su infierno y comenzó a escalar la pared que separa el infierno y el cielo. Con el paso del tiempo empezó a acercarse cada vez más cerca a su cielo, ya sólo quedaba la batalla final.
Otra vez esa sensación, pensaba que podía llegar a acostumbrarse totalmente a ella. Su oponente era duro pero él sabía que lo era más porque él nació duro y nació para ser el único ganador. En la batalla su jovial e imperturbable confianza fueron sus pies y estos respondían con la resistencia de un titan. Alcanzó a su oponente, se miraron y vieron en sus ojos el sufrimiento de cada uno pero él chico sin apenas un ápice de fuerza sacó de su alma la fuerza necesaria para ganar y mientras cruzaba la meta como ganador recordó las palabras que su padre un día le dijo:
Hijo mío, el sufrimiento es sólo un instante pero la derrota es largamente humillante
Hace tiempo que no ha vuelto a sentir esa sensación, y nunca más la sentirá si no olvida que su voluntad y su confianza es la hélice que mueve no sólo su cuerpo también su entorno.
Pd: ¡No dejéis nunca el deporte! Es el mejor educador de nuestra alma y de nuestro cuerpo.
S. Manuel
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7 octubre 2011 by salsope
Soy demasiado tozudo como para aceptar como mía una cultura que no he elegido. Soy demasiado desconfiando como para crear ídolos que me influyan en esta vida. Y sobre todo, soy demasiado joven para empezar a guiarme sólo bajo mis propías directrices de una filosofía moral, pero eso no quita que lo intente. Tengo aún demasiado tiempo para ganar experiencia, superar miedos, arrancar sombras del pasado. Este blog no será más que un progreso donde plasmaré todos mis pasos e idas mentales. De momento ya me he fijado una linea:
Fórmula de mi felicidad: un sí, un no, una línea recta y una meta…
Intentaré que disfrutéis y cuestionéis lo que yo os expongo; no pido nada más lejos que me eschuchéis. Mis palabras valdrán lo mismo que las tuyas, por ello no quiero discutir. No os quiero convencer de nada, sólo quiero exponeros mi ideal tal como de verdad lo siento.
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